22 octubre 2013

De Latinitatis Conventu Athenaei Illustris anno MMXIII Amstelodami habito



Aloisia Aguilar moderatrix oratores commendat (2/10)


13 octubre 2013

Pro lingua latina (et non solum... )

Rescatamos en el blog un artículo premonitorio en defensa del latín, publicado en El País en enero de 1985 por Xesús Alonso Montero (Catedrático de Literatura en el colegio universitario de Vigo y miembro de la Real Academia Gallega). En él, el autor nos advertía con muy buen juicio de lo que iba a pasar con las Humanidades a partir de la implantación de la LOGSE, dejando al latín (y no sólo a éste) arrinconado en el nuevo sistema educativo: "Privar a nuestros alumnos del latín sería contribuir muy eficazmente a empobrecer su discurso lingüístico" y "Preparar a los niños, a los adolescentes y a los jóvenes para el mundo tecnificado de hoy exige... previa y primordialmente un compromiso teórico y práctico con lo que tradicionalmente se ha llamado cultura. Sin las humanidades no es posible diseñar profesionales a la altura ética -y estética- de nuestro tiempo."
Este artículo es la primera parte de un trabajo en el que el autor hace una defensa de la necesidad de la enseñanza del latín en el sistema educativo español, analizando la relación de la especialización tecnológica de este final de milenio con el equilibrio que le proporcionaría el conocimiento humanístico, identificado, en este caso, con el dominio de las lenguas clásicas.
Si los dioses antiguos no lo remedian, miles y miles de adolescentes españoles, dentro de un año o de dos, iniciarán su bachillerato sin asomarse al universo cultural de la lengua latina y lo terminarán sin haber declinado ni conjugado los incitantes recursos de esa lengua y de esa Cultura. Dentro de cuatro o cinco años, esos miles de muchachos españoles, ya en la antesala de una profesión, que les va a exigir saberes muy especializados y precisos, recogerán con sus manos tecnificadas e informatizadas un título, el de bachiller, que carecerá, como sus manos, de emoción y de temblor. Ese día, en algún lugar de este inmenso páramo, miles y miles de jóvenes españoles se comprometerán (sin latín, con muy poco pasado y casi nula reflexión histórica) con una profesión, muy técnica y muy especializada sin duda, que servirán, pocos años después, desde una concepción muy poco cultural y desde un esquema moral en que muy pocas cosas serán cuestionadas.Que las primeras palabras de este artículo, más censorio que elegiaco, sean una incursión en el firmamento de la mitología grecorromana no debe interpretarse como retórica fácil. En efecto, ¿qué dioses, salvo los antiguos, podrán evitar la fractura cultural que se está diseñando y perpetrando por quienes, en nombre de una Modernidad con mayúscula, se consideran intérpretes correctos de los signos de los tiempos? Eliminar por decreto el latín, las humanidades clásicas y otras humanidades puede entusiasmar a quienes están embriagados por ciertos signos de hoy, signos que son aparatos, tecnologías, números abstractos y esquemas asépticos, necesarios y útiles, sin duda alguna, en la medida en que se aborden o se utilicen en una atmósfera de cultura donde se den cita estética, ética, espíritu crítico y reflexión sobre el pasado, que es, a la vez, meditación sobre nuestro puntual presente, pórtico del futuro. Borrachos de fáciles signos, embriagados por superficiales gestos, excomulgan por decreto lo que es una de las sustancias íntimas de lo que llamamos cultura occidental, es decir, de lo que constituye el más vasto e ilustre capítulo de la cultura mundial.